martes, 8 de julio de 2008

Fui un niño malcriado, pero hoy fue el colmo: me sacaron del ISNA

Mi intención: hacer una crónica sobre cómo es ser maestro de los chicos del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia, ISNA.

Desde hace un mes vengo solicitando al ISNA que me dejen convivir con niños vejados, huérfanos, menores infractores y todo tipo de criaturas precoses que han vivido cosas que tal vez yo no. Me advirtieron que mi vida corría riesgo. "Ellos son capaces de rayarle la cara con crayolas, hasta sacarle sangre". Yo asentí, acepté el riesgo. Luego me preguntaron qué hace un periodista en el ISNA. !Pues trabajar! Ver lo que no veo y lo que no ven los demás.

Entré al ISNA. Me quite los lentes de sol. Vi a un par de tuncas reunidas en el parqueo. Luego unos vigilates me dieron un carné y me dirigí a través de un largo corredor con pisos cerámicos hasta encontrarme con la gente de cominicaciones. Ellos me dieron "nos", "sí, claro´s". Admiraron que los vigilantes me hayan dejado entrar. Fueron protocolarios con sus argumentos "#$"#% anesteciantes.

Lamento que ellos sean mis colegas. Ojalá no sean de la UCA. Ante tanta negativa, la hice de James Bond, el agente 007, y entré hasta presidencia. Mala pata. Entré por gusto porque la presidenta no estaba ahí. Llegó el jefe de comunicaciones y le vi en sus ojos ganas de darme una gran cachimbiada. Me prometió información "estadística" a brevedad. Dijo que me había metido en "la boca del lobo". Me llevó hasta la salida. A mi me daba risa sarcástica. Me expulsaron del ISNA. Cuando sea presidente de este país van a ver ellos.

Mientras me decía aquello, una tunca (con las dimenciones de un ternero) apareció en medio de los adoquines. Hasta eso quisieron cubrir. La tunca hasta ladeó su rostro rosado y gruño. Luego, del show porcino me llevaron hasta el carro.

Me despidieron y le dijeron a los de seguridad que soy non grato. Anotaron mi DUI, placas de carro, placas dentales y se me quedaron viendo quietos, para recordar mi rostro. En el retrovisor vi desaparecer a la jauría en un súper mitín. Quizás Dios los utilizó como metáforas y a saber qué cochinadas no pasan dentro del ISNA. Tengo que estar ahí dentro. Haber si no me reforman a mi también.

Conclusión del viaje al ISNA: cólera e incertidumbre. Por qué diablos no me acostumbro a la burocracia. Al protocolo. Será que soy así para todo. Es que en este país si uno no está encima, no consigue nada. Nada. Pero voy a insistir. Soy indio, cuando se me mete algo entre ojo y ojo no hay quién me saque. Ana Ligia de Saca, si usted lee este blog interceda por mí. Gracias primera dama.

NOTA: La única parte bonita del día fue cuando Elena Salamanca me llevó a Santa Tecla y estuvimos "admirando" muchas tallas en madera, con detalles graciles, aunque ella opina que desmesurados. Quiero soñar con ese taller. Oler a madera de cedro y viruta. Gracias Ele. Vos sí que sabes.

3 comentarios:

  1. Pues algo esconden en ese lugar, solo eso explica que no les guste que lleguen periodistas. hace tu cronica de eso entonces, carlos. jajaj de cuando te sacaron del ISNA.

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  2. Qué chucha esa gente! Hola, Carlos, ¿te acordás de mí? Recién me encuentro con tu blog y me gustado mucho. Te pondré en mi lista de links.

    Saludos.
    Suerte con la Primera Dama.

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