sábado, 2 de agosto de 2008

Baile de añoranzas

“Se oye el rumor de un pregonar, que dice así: ¡El Yerberito llegó, llegó! …traigo hierba santa, pa' la garganta. Traigo keisimón, pa' la hinchazón. Traigo abrecaminos, pa' tu destino…”

El Yerberito, de la Sonora Matancera, suena en los altoparlantes del salón de baile “Los Mismos”, inundando alegremente con ritmos de antaño, la intersección de la décima avenida sur y la segunda calle oriente, en pleno centro de San Salvador. Una docena de señoras de cabello cano, en la plenitud de su vida, han empezado a contonearse al ritmo del “Yerberito”, para desperezar la tarde.

Es sábado y, sobre la Segunda Calle Oriente, muy cerca de la plaza Libertad, los salones de baile “Meseros” y “Buenos Aires” se han sumado, también, a abrir sus puertas a su invariable clientela senil, que de jueves a domingo bailan añorando un pasado. La huella del tiempo es redundante en el mismo barrio; las que fueran señoronas casas, más de medio siglo atrás, lucen hoy deterioradas, y convertidas en lupanares y mesones. Todo es decadencia.

Concepción Martínez -Conchi- maestra jubilada de 68 años, viene a “Los Mismos” todos los viernes y sábados, desde hace más de 4 años, porque asegura no encontrar otro lugar donde relacionarse y divertirse con gente de su edad. “Yo me despido de mi hijo y mis nietos y me vengo a danzar aquí. Esto parece una fiesta para nosotros; aquí paso entretenida” –dice- mientras ironiza su padecimiento de artritis, al asegurar que aún puede bailar bien y ejecutar el difícil paso de “la culebra macheteada”, al compás de algún chachachá o rumba.

Justo antes de que anochezca, un fuerte perfume almizclado anuncia el arribo de Amparo López, uno de los personajes más populares y longevos del lugar. Ella cumplirá 91 en diciembre. Su llegada causa un significativo revuelo, manifestado en los múltiples saludos que recibe de parte de varias señoras y caballeros maduros, quienes le dan la bienvenida con beso en la mejilla y con risas. A través del grueso cristal de sus lentes se pueden ver sus pequeños y nublados ojos, delineados con maquillaje.

A su vez, Amparo utiliza su antebrazo para asegurar su desteñida cartera negra, de largas asas, contra su cintura. En ella lleva un pañuelo blanco; láminas de pastillas de todos colores, para su padecimiento de diabetes; un frasco de gotas, para su glaucoma; y dos dólares que le dió su hija antes de dejarla en la discoteca. “Amparito” piensa bailar hasta las 10 de la noche, cuando casi cierren el local, y su hija regrese para llevarla de nuevo a casa, en Soyapango. Ella solo quiere platicar y bailar todo lo que su cuerpo resista.

El cuerpo bajo y enjuto de Amparito atraviesa la pista de baile semivacía, va hasta donde se encuentra el joven encargado de la música, le pide su canción favorita: “Corazón de melón”, un éxito de 1959 del cubano Pérez Prado. Al escuchar este mambo Amparo aplaude de un modo casi silente, en medio de un círculo de ajadas señoras, que repiten movimientos aprendidos en una época indefinidad, pero pretérita, que refleja -quizás débilmente- ánimos e intereses pasados. Ríen entre ellas. Hay luces de colores. Humo. Poco sudor.

Dos prostitutas, como de 40 años, se asoman al umbral para verlas, y les da risa. Mejor se van.

Mientras esto ocurre, arriba Isidro Rodríguez, de 77 años. Él ha caminado 6 cuadras desde su casa, ubicada en el cercano barrio de San Esteban, con él único interés de cambiar impresiones con personas contemporáneas, y quizás, bailar un poco. Mientras enciende -con bastante dificultad- un cigarrillo se queja de no poseer los recursos suficientes para vivir de forma útil y satisfactoria: “La situación de hoy, está difícil; peor para nosotros que estamos ancianos; el Gobierno, ni nadie hace algo. Sólo le pido a Dios que me de fuerza suficiente para seguir haciendo todo por mi mismo”. Tras decir esto, Isidro esboza una desdentada sonrisa al ver a Conchi interpretar la culebra macheteada. Ella agita sus hombros.

La música que emite la antigua rocola del salón Los Mismos sirve de elixir para las almas de quienes las bailan; olvidan penas y angustias. Con diez centavos se puede escuchar de nueva cuenta un nostálgico éxito. Éxitos infinitos. El botón número 15 corresponde a Arsenio Rodríguez; el 17, a Los Zafiros; el 22, a Carlos Gardel; 23 a Raimundo Valenzuela; y el 29 a José Alfredo Jiménez. “María Bonita” comienza a sonar; alguien debió haber oprimido el botón 28, correspondiente a Agustín Lara.

Distintos guaraches, boleros, chachachás, bossa-novas y corridos mexicanos, se han sucedido durante la tarde, y parte de la noche. Uno tras otro, musicalizando tristezas y alegrías. Amparo López, intuye que es tarde, las últimas piezas han sido románticas y, solo 3 parejas permanecen pegadas en la pista. Margot, una amiga de Amparo ha olvidado dónde vive, y Amparo le ofrece amparo: llevarla de nuevo con los suyos. A las diez en punto, la hija de Amparito, espera por ella dentro del desvencijado taxi que maneja 15 horas diarias.

Amparito está satisfecha. "Hoy sí he gozado" dice. Desde las aceras se puede escuchar un “Reloj detén tu camino, porque mi vida se apaga, ella es la estrella que alumbra mi ser…”

Amparo y Margot se preguntan si tendrán vida suficiente para bailar un sábado más en el salón “Los Mismos”, para escuchar y bailar las mismas canciones, con las mismas personas de siempre. Bailan porque saben de caducidades y tratan de prolongar lo mejor de la vida. Margot se duerme en el asiento trasero. Adelante, Amparo le pregunta a su hija: ¿Y a vos cómo te fue en la noche?

2 comentarios:

  1. Que bonito!, a veces me he preguntado que haré yo sigo llego a viejo, cuales serán los lugares que frecuentare para recordar algo de mi pasado, no creo tener uno fijo, uno vuelve adonde fue feliz, es tiempo de construir en nuestro presente algo que piense que me hará feliz en mi presente - futuro - que será mi pasado. No se! a parte que buen post Carlangas.

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  2. mmmmm esta crónica se me hace familiar... como de unos tres años atrás, unas muy buenas críticas de una profesora y una cara de What!!!! de mi parte jejejejejeje TQM Carlos

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