domingo, 7 de septiembre de 2008

La bici

Sucede que para mí la vida es como pedalear una bicicleta...
Me llevé la bici desde Antiguo Cuscatlán hasta Comasagua, un villorrio de la Cordillera del Bálsamo. Pedalié 32 kilómetros redondos de asfalto. A través de una carretera encumbrada de café y barrancos. Allí, y en los raros tramos planos pensé solo en mierdas, pero esos pensamientos se fueron perdiendo como el humo se pierde en el aire. Mejor así.



En un par de trayectos, la gravedad lo hace todo más fácil. Mi cuerpo impulsa la bicicleta. Somos un bólido. Lentamente separo mis manos del manubrio y finjo que mis brazos son alas. Cierro los ojos y siento el viento en la cara. Placer y miedo juntos. Y ese ruido en mis orejas...el ruido y sensación de que uno rebana al tiempo. Es casi un orgasmo, dura segundos. El pito de un taxi me despierta. Me hago a un lado. Veo una empinada. Más pedal.


El corazón asoma por mi garganta. Lo escucho latir. Tengo la cara roja. Sudor frío. Veo luces en el paisaje. Siento naúseas. Pasa un bus a mi lado, me gritan Adiós, y me mareo. Me bajo de la bici y la empujo. Pedaleo y pedaleo...

1 comentario:

  1. que lástima que ya no tengo bicicleta, carlos..o te diría que me llevaras a andar en bici a mí también.

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