jueves, 26 de febrero de 2009

Miss Cactus



Gabriela Mistral estaba convencida de que la tierra era un lugar hostil. Un lugar espinoso, que nos pincha, desinfla, cicatriza...y nos transforma en lo que somos.

Cuando Mistral ganó el Nobel de literatura, en 1945, mencionó que una mala profesora la obligó a ser lo que era. Ella recordó que de niña tenía que ir a la escuela, sin llevar lonchera, sino pobrezas. Era una niña taciturna y sin amigas. Su recreo era ver y respirar la agreste belleza del norte de Chile.

Un día, sus compañeras inventaron que Gabriela había robado unos cuadernos y la lapidaron. Un día después, regresó a la escuela, golpeada, y fue la maestra quien le gritó frente a todos:
-Ladrona, ladrona, ladrona, ladrona...

Mistral le impresionó mucho aquello. Lloró y lloró. Nunca más regresó a esa escuela. Su hermana, que era profesora también, la educó en casa. Mistral comentaba que desde ese momento quiso ser maestra y hacer la diferencia. Entendió que la pedagogía era fundamental para el desarrollo de un pueblo. Entonces, de un pinchazo, Mistral se hizo maestra, literata y Nobel.

A mi tampoco me gustó mucho la escuela. Pero no tuve la opción de estudiar en casa. !Dios me guarde, con mis papás! Recuerdo que cuando estudié en Guatemala la maestra de literatura española, Miss Liliana (Miss Cactus) me odiaba. Y no exagero al afirmar eso. No sé si me odiaba porque era salvadoreño o porque vio algo más en mí. Me llamaba "el guanaco", "el que vino de allá" y no Carlos.


Recuerdo que un 15 de septiembre nos sacaron al patio de recreo y el himno guatemalteco empezó a sonar por los parlantes. Yo sabía que no era el mío, y supuse que no debía poner mi mano sobre el corazón (los evangélicos no se persignan, pensé, y nadie les dice nada). Y me quedé de pie, firme por respeto, murmurando "Guatemala feliz...que tus aras no profane jamás el verdugo..."

Miss Cactus me buscó con la vista. Hizo detener la música marcial. Yo sentí que detuvo a Guatemala entera por mi culpa. Apretó mi mano derecha y me la restrego sobre el corazón y me dijo al oído.

-No sea irreverente muchachito, aquí no está en su país. !Respete a Guatemala!

Respiré hondo. Vi fijo las tres franjas verticales de la bandera chapina, me uní al himno y a la vez me repetía: no llores, no llores, no llores. Y no lloré, sino hasta que llegué a casa. Más calmado le conté algo a mi papá. Pero él pareció no poner mucho interés. Supongo que mi papá estaba poniéndome al ruedo. Tenía que ser fuerte y ver cómo me las arreglaba. Él no estaba para defenderme de mis adversidades. De hecho él ha sido bastante adverso conmigo.


Una mañana Miss Cactus habló sobre Lope de Vega, del Siglo de Oro Español... toda la clase empezó a dormirse o hablar de la siguiente clase. Menos yo, que no quería ningún problema con ella. Ella le dio un puñetazo al pizarrón. Y me pidió salir de clases. Y entregar un trabajo "exaula" porque yo era "salvadoreño agitador", un subversivo.


- ¡Chávez, para afuera! Se me queda ahí una semana.


Busqué la puerta, ella y un montón de gritos solidarios me acompañaron, al llegar al umbral quise dar un portazo, pero ella sujetó la puerta. Y forcejeamos como 3 minutos. Ella jalaba la puerta y yo del otro lado.


Terminé en la dirección. Miss Cactus no terminaba de explicar que yo era un malcriado, guerrillero, rufián... la directora me daba la razón, me pedía que entendiera que "ella no tenía esposo", yo en esa virginal época no entendía eso.


Mi papá estuvo ahí, pero fue todo silencios. No dijo nada. Me suspendieron dos días. A la Miss Cactus la despidieron o no sé si decidió renunciar. Recuerdo que preferí caminar a casa, decepcionado. Mi papá me seguía en su carro, un Opel color verde, yo le decía:


-¡Andate! ¡Para vos, el malo soy yo! ¡Seguí!

- ?Y para dónde vas? -me preguntaba él-

-¡Que te importa!


Y el carro de mi papá se perdió en un mar de carros y calles. Me quedé solo, con mi bolsón y lágrimas. Media hora después llegué al único lugar donde podían recibirme en un país extranjero: mi casa. Aprendí a no ser soberbio, sino sensato.


La principal lección que me dejó Miss Cactus fue entender que la tierra es un lugar hostil, como bien explicaba Mistral. El dolor tiene muchos rostros. Cactus me obligó a huir de la injusticia, y no acallarla tampoco. Encontré otros amigos. Me di duro con un par de majes, y los cachimbié. Nadie más me dijo guanaco. Hasta puse en su lugar a una monja hondureña, Elsy, que me decía que la razón por la que no entendía sus aburridos términos teológicos era porque era "salvadoreño".


- ¿Y usted que no da la clases de valores morales y religión? De verdad: Qué Dios la ayude y la perdone. Nada más irónico que una monja racista (ella era morena). Le voy a traer unas Atalayas para que se instruya...

-¡Malcriadazo! Lo voy a llevar a la dirección.

-Hágalo, que ya me estoy acostumbrando...


6 comentarios:

  1. Hola. Me ha gustado mucho su post. Ojalá y yo hubiera tenido su valor y destreza para enfrentarse a los problemas. Saludillos.

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  2. Buenisimo el relato viejo!
    A veces te das cuenta que de nada sirve esperar a que alguien mas resuelva tus problemas y, es mejor tomar tus propias acciones para poder hacer la vida un poco menos hostil (Como tantas veces suele ser cuando estas pequenio).
    Te leo desde hace rato.
    Un saludo.

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  3. No sabés cómo odio a Miss Cactus.
    Un abrazo.

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  4. Esa vieja no tenía esposo y a saber qué más.

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  5. Me gustó.
    Jajajaja... No tenía esposo!

    Me recordaste por qué comencé a odiar el colegio.
    Me faltaban dos años para graduarme. La maestra/subdirectora, que daba literatura gringa -el siguiente año, inglesa- dijo algo así: "Es que si llega a ganar Shaffik Handal, yo me voy de este país. Y no sé si el colegio seguiría abierto."
    Alguno de los otros dieciséis preguntó por qué.
    "Es que él quiere hacer todos los colegios públicos. ¿A ustedes les gustaría estudiar con el hijo del panadero?"
    Todo lo dijo en ingles (si ella hablaba español, nos tenía que regresar el punto que nos había quitado por lo mismo), menos ‘panadero’.
    “Honey, would you like to study with the son of the panadero?” JA!
    AGH!!!
    Y eso que esta maestra se ha casado, mínimo, tres veces...

    En ese entonces era más mula... no dije nada.

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  6. Sos un rufián jajajaja me di por aludida! Pobrecito mi Carlitos, aquí sí te queremos, aunque seas subversivo, respondón y todo lo que has dicho. Así te quiero mono! Y yo que pensaba que eras de Guate!... pinches chapines, por qué me maltrataron a mi Carlitos? jajajajajajaja

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