lunes, 3 de septiembre de 2012

El Salvador y Costa Rica


Así era Centro América  alrededor de 1890. Costa Rica a la izquierda, El Salvador a la derecha.
 
La imagen salvadoreña es mi tatarabuelo paterno, Apolinario Hernández. Mi  ancestro aparece junto a una de sus hijas y uno de sus nietos, Eugenia y Domingo. Todos vivían un par de kilómetros al norte del poblado de Quezaltepeque.
 
La imagen costarricense la plagié de un sitio en Facebook, "Fotografías antiguas de Costa Rica". Se trata de Silverio Fallas y Salvadora Canuta Castro; y su hijo Apolinar de Jesús Fallas. Ellos vivían un par de kilómetros al norte de la actual capital tica, en San Juan de Dios de Desamparados.
 
Aunque no tengo el ADN de la familia Fallas Castro, hay cosas que veo en común con los Hernández Amaya. Por ejemplo, en ambas familias se reitera ese nombre que a mí me suena feo: Apolinar y Apolinario. Ambas familias vivían en el área rural, pero muy muy cerca de las capitales de sus respectivos países, San Salvador y San José.

La moda se parece, no hay cinchos y las faldas llegan hasta arriba de sus cinturas. Los mostachos se parecen. Me atrevería a añadir que la familia tica está menos bronceada que la salvadoreña, quizá porque el Valle Central de Costa Rica suele pasar nublado. Por último,  a excepción de las mujeres, todos los pies masculinos no tienen calzado. ¿Era "normal" andar descalzo por Centro América? Como todo lo que vemos mal, ¿era una costumbre o atavismo indígena andar descalzo?
 
Veo estas fotografías y me saltan otras preguntas. A finales del siglo XIX, ¿cuál de las dos familias tenía mejor "calidad de vida"? ¿Cuál de las dos tenía mejores expectativas de vida? ¿Qué tan cultos eran? ¿Cómo vivirán ahora sus descendientes?
 
Alrededor de 1890, a nivel centroamericano, el peso económico de El Salvador era muchísimo mayor que el de Costa Rica. "San Salvador tiene muchas comodidades que permiten compararla, y con ventaja, con gran número de las ciudades más notables de Europa y América". Este párrafo lo extraje del Libro Azul de El Salvador, de 1916. Este libro era una especia de anuario -editado e impreso por estadounidenses- y también tuvo su versión tica (de 1915), donde describen a una Costa Rica "menos ostentosa", más rural, y sin el contraste "tan marcado" entre pobres y ricos.
 
Estoy seguro que Apolinario Hernández, mi tatarabuelo,  sabía de Costa Rica. Quizá lo que no imaginaba es que allá, en el confín del istmo, con el paso del tiempo, habría más bienestar que en El Salvador. Que sus descendientes iban a preferir estudiar una profesión allá, en el INCAE o la Universidad Latina. Que allá sería más verde que acá. Que los ticos tendrían un salario mínimo de $600 y los salvadoreños uno de $250.  Qué allá, a diferencia de acá, habrían conciertos  de Elton John, Maroon 5 y Lady Gaga. Que tendrían una presidenta, un astronauta y un premio Nobel de la paz.  
 
Y sobre todo, que en el sur -donde el istmo solía ser más anodino que acá-  habría mucho menos desangramiento social, quizá porque los costarricenses se ven de tú a tú. Los salvadoreños llevamos décadas viéndonos distintos unos a otros: el rico desprecia o ignora al pobre y viceversa; "los indios ni siquiera existen" y los mareros no son salvadoreños sino seres de otro planeta. 

Como nada está escrito en  piedra, me gustaría pensar que dentro de 100 años El Salvador tendrá muchísimo más bienestar que ahora. Que descollará.  Así, mis descendientes disfrutarán lo que yo no pude disfrutar. Y cuando vean estas fotografías, solo pensarán en similitudes de moda, postura, nombres...
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Me intriga mucho el detalle de los pies descalzos - especialmente solamente los pies masculinos. Especialmente porque, hoy en día, andar descalzo en Centroamérica automáticamente significa falta de educación o pobreza (o ambas cosas juntas).

    Muy interesante tu blog, te felicito!

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