sábado, 17 de enero de 2015

Luna de Róterdam


He tardado una eternidad en escribir este post, el del último día del 2014. Creo que jamás lo olvidaré, porque ese 31 de diciembre me pilló solitario en un vuelo que despegó a las 5.40 de la tarde del aeropuerto de Róterdam en dirección a Madrid. Pegado a la ventanilla, vi cómo entre la nubes desaparecían los barcos, los rascacielos y los fuegos artificiales de aquel puerto. Cuando el avión alcanzó altura, dejé de sentirme solo. Vi a la luna a mi lado. Se dejó ver oronda y plateada. Incluso podía verla doble. Como si una me siguiera en el aire y otra en la superficie de los canales que drenan a Holanda y a Bélgica. Ningún otro pasajero parecía verla, ni verme viéndola y me puse a llorar en silencio. Era demasiada belleza. Embelesado, dejé de compadecerme, dejé de pensar en que nadie me esperaría en Madrid. Y que quizás no encontraría bus ni tren a Valladolid. 

Tampoco tuve cabeza para hacer un correcto balance de lo que había sido para mí el 2014, algo que había planificado hacer durante el vuelo (además venía con el cansancio acumulado de recorrer a pie a Ámsterdam y Róterdam). Con un trozo de chocolate en la boca, me dediqué a contemplar a la luna y a dar gracias a Dios. 

Sin duda, este ha sido el vuelo más lindo de mi vida y no me arrepiento de haber decido viajar solo en esta fecha, pese a las críticas. Vi a la belleza. Vi a la campiña belga blanqueada de nieve y escuché al piloto desear un "Feliz 2015" mientras advertía que a la izquierda del avión se podía ver a París con todo su resplandor. Fue lindo. Sin embargo, era más refulgente el horizonte occidental, justo en la dirección donde está España: aún se podía ver al sol apunto de zambullirse en un mar de nubes iridiscentes. Me quedo con esa imagen como colofón de un año que inició sin festejos, trabajando en un albergue, periodista-vigilante de la erupción del volcán de San Miguel.  El 2014 fue el año también en el que tuve que dejar al periódico para el que trabajé durante más de 7 años. Es el año en el que pude regresar -gracias a una beca- a España y a Roma; y pude cerrarlo diciéndome que cumplí tres de mis sueños, conocer a Nueva York, Amsterdam y Estambul. 



1 comentario:

  1. Hemos compartido su información en nuestro sitio web, no quisimos copiar la información y añadimos el contenido en chile familiar

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