viernes, 28 de octubre de 2016

Francia en Meanguera del Golfo

Llevo más de un mes viviendo en Meanguera del Golfo. El único municipio insular de El Salvador. El más sureño, el más oriental y, quizá, el más confinado de todos. 

Mentiría si dijera que ha sido fácil vivir en una isla volcánica de 17 kilómetros cuadrados, donde el calor es constante y donde algunos me consideran "extranjero". Aún no me acostumbro a tener que vestirme en la ducha, a los alacranes, a las miradas indiscretas, ni a los piropos callejeros. Trabajo para la alcaldía, como jefe de gestión de proyectos turísticos y sociales. Y ayer debí recibir y fotografiar la visita del embajador de Francia en El Salvador, David Izzo. Vino a inaugurar un proyecto de captación de agua de lluvia para que 24 familias dejen de consumir agua de pozos artesanales con agua salobre. 


Al inicio, vi al embajador como en "shock": la playa llena de basura, el calor, la lancha tan llena de gente, los jejenes... Encima, la dueña de la lancha pintó todos los pasamanos con una pintura de aceite negra vencida -que nunca secaba- y muchos nos manchamos la ropa y los brazos. Y encima, los vientos de octubre provocaron que las olas reventaran cerca de la playa, al borde mismo de la lancha, por lo que el embajador mojó sus zapatos y no aceptó, como buen francés, una mano de ayuda, para apearse.

Luego lo condujeron a un boscoso caserío con olor a estiércol de res, cerdo y gente. Luego resbaló y cayó de bruces sobre unas piedras. Una señora oronda le agradeció que le hubiera regalado uno de las cisternas del proyecto y le pidió que se la llevara al "país de los mil quesos", a Francia, para aprender a hacerlos. Él le dijo que no había "espacio" para ella en la lancha. Ella se carcajeó. Y minutos después encendió un cigarrillo, como para asimilarlo todo.

El embajador dijo ser de París, la cuna de la urbanidad y las buenas maneras. Me pareció increíble que estuviera aquí. El Salvador ha tenido más de 85 presidentes en su corta historia republicana y muy pocos presidentes han recalado en esta isla. En 2005 vino el expresidente Antonio Saca. Y, 140 años antes, en 1865, vino Gerardo Barrios, cuando recién había sido enviado al ostracismo en una goleta de bandera panameña llamada "Manuela Planas". Valga decir que Manuela Planas era la hija de Antonio Planas, dueño del primer banco que existió en Panamá: "Banco de Circulación y Descuentos de Pérez y Planas". Seguramente, no era cualquier goleta.

Mucha gente asegura que Gerardo Barrios tenía sangre francesa. Barrios se crió en un caserío migueleño tan recóndito como Meanguera. Dicen que creció rodeado de tíos galos, veteranos de la Revolución Francesa.  Y que leyó libros de la Ilustración y que hablaba francés. Cuando llegó a ser presidente, alrededor de 1860, afrancesó a las Fuerzas Armadas, introdujo el cultivo del café e hizo traer a varios reposteros franceses que, entre otras cosas, enseñaron a hacer pan de trigo y por eso lo llamamos "pan francés". 

La de ayer no ha sido la primer visita de franceses a la isla. Otro embajador estuvo antes, inauguró proyectos de agua potable. Hay pruebas de que otros franceses vinieron a la isla hace más de 300 años. En su libro-bitácora, "Journal du voyage fait à la mer du Sud, avec les flibustiers de l´Amérique en 1684"el pirata francés Raveneau de Lussan menciona haber estado en Meanguera. Por esos días, los franceses aún no acuñaban su famoso lema: Liberté, égalité, fraternité.  


1 comentario:

  1. Siempre es interesante leer este cuaderno de bitácora. ¡Felicidades!

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