lunes, 30 de junio de 2008

Duermete niño, duermete ya.

Tengo sueños recurrentes. Mientras el globo terráqueo ilumina Pakistán, yo desde mi cama salvadoreña viajo al mundo de las fantasías del subconsciente. Sueño con mucha frecuencia, lo mismo, que estoy caminando -solo- en una ciudad como andina. Quizás cerca de Quito o Bogotá. A un lado de esa ciudad corre siempre un dilatado río sucio. Las aguas oníricas se ven revueltas.


El río ha destruido un enorme puente de mampostería, como colonial. El puente rojizo tiene dos grúas amarillas que aparentan una reconstrucción. Yo veo ese espectáculo con tristeza, pero sin miedo (he ido tantas veces a ese lugar que ya no me da miedo), y lo relaciono con unas imágenes que vi en CNN sobre el huracán Stan y Mitch.


Si los sueños tienen significado me pregunto si ¿Estoy trabado en el tiempo y necesito ponerle ladrillos a mi puente con la actualidad?. Quizás soy un dinosaurio veinteañero. Un joven envejecido. Alguien que gusta de cosas anacrónicas. Quizás necesito ponerle sabor tropical a mi vida, a pesar de que vivo en tierra de nances, guayabas y anonas. Intuyo que soy medio desabrido, me falta sal, chile, limón, salsa lea & perrins, y alguashte.



Muchos Pinos, NASCAR y payasos


Estoy contento que mi cerebro trabaje de noche, como dicen que hacen los chinos. Pero lo que no me gusta es que es como el tv-cable, hay noches que la programación es la misma. No sé porqué sueño con pinos, pinos y pinos. Mi cabeza es un pinar. De hecho mi cabello parecen hojas de pino. Pero no espelo olor a Pino Silvestre (gracias a Dios). Quizás Brian Weiss, el maestro que predica sobre la reencarnación, me diría que en mi vida pasada fui un indito dientudo que vivió en Oregon, o tal vez en el altiplano chapín o "may be" en el centro de México. Siempre me han gustado esos tres lugares. Me falta por conocer Oregon. O será esa fascinación el porqué. No sé.


Mi hermana y mi mamá dicen que cuando duermo sonrío. Levanto hasta los brazos y balbuceo algo así como "yes, yes, yes" (pajas). Ahora entienden porque éste es el Horny Journey. Lo de balbucear es cierto. Pero quizás hablo en koreano antiguo porque nadie entiende. Mejor. Menos compromisos.


Mis sueños deambulan entre los sofisticado y lo naive. Sueño que soy un payaso y que solo logro hacerme reir a mi mismo. Que estoy en la punta de un castillo y que veo más "pinares". Que estoy en un precipicio y me gusta la vista que contemplo desde allí. Incluso una vez soñé con el diablo. No lo vi. Pero estoy seguro que estaba detrás de una puerta. No soy muy religioso, pero le aventé -por la ranura de la puerta- una Biblia y la bestia infernal gemía de dolor. A mi me daba una especie de risa y satisfacción silente.


Ahora mismo voy a la cama. No me voy a concentrar en soñar las cosas que anhelo. Que se resumen en una vida sin complicaciones, pero tampoco fácil. Como siempre mi cerebro tiene estilo libre. No sé si volveré a soñar que estoy en el Nascar y que por 11ava. vez no sé cómo manejar un maldito carro de carreras. Esta noche se me antoja soñar con mi abuela. La abuela Mari. Ella cerró sus arrugados párpados en 2001 y creo que está en un sueño definitivo donde no importa si el sol ilumina Bangladesh o Guatemala. Muy pocas veces he soñado con ella. No porque la halla olvidado. La sueño despierto todos los días, saboreo sus inventos culinarios, sus regañizas y su jardín caótico del que salían uvas, ciruelas y margaritas en pleno trópico ardiente.


Esta noche quiero soñar. Lo que sea. Pero seguir soñando.


2 comentarios:

Comente aquí