sábado, 27 de septiembre de 2008

El tlameme


Ser tlameme es sinónimo de muchas cosas. Muchas. El sábado -en Guatajiagua- lo entendí. Las mujeres hacen la cerámica y los esposos deben cargar 85 libras de barro por 40 kilómetros para venderla. Hay que tomar en cuenta que Guatajiagua está en el valle de San Miguel donde el clima, desde temprano, desea ascender a los 40° C.
Los tlamemes no son jóvenes como yo, sino hombres de 70 años, que calzan caites de caucho, que llevan un garrote para darle en el hocico a los perros bravos. Ellos dicen que solo los acompaña Dios y una sola cebadera, llena de esperanza, sal, 10 tortillas y un pucho de frijoles, para su viaje de dos días.
-¿Cuántas veces han andado, a pie, entre Guatajiagua y Jocoro (más de 42 kilómetros)?
-Iiiiiiiiiii...más de 1,500 veces, joven.
-¿Ya se le ha quebrado toda la loza de una caída?
-Sí, varias veces de un tropezón. Pero qué vamos a hacer. Lo que se quiebra, se quiebra. No se puede llorar por ollas quebradas, sino solo regresar a casa y entender que se malogró el trabajo de una semana.

Una semana soportada por una cincha en la cabeza.
Cuando me puse la cincha sentí opresión en mi cabeza, peso en mi espalda y el riesgo de quebrar el presupuesto de una familia. Ellos, ancianos de voluntad de piedra -no de barro- se rieron de mi experimento, pero a mi no me causó risa. Otra vez me di cuenta el difícil peso de vivir aquí. Y le di gracias a Dios, por conocerlos, por darme cuenta que hay diferentes tipos de tlamemes, pero que sin dudas, ellos, los de Guatajiagua, tienen todos los méritos del mundo y más. Son héroes de sus propias vidas, vidas moldeadas por el barro negro.

1 comentario:

  1. Parque de Guatajiagua: "El tlameme"

    http://photosynth.net/view.aspx?cid=039503ba-aa49-4e21-97aa-5362ef37deed

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